Aún siendo niña, mi entorno y yo sabíamos que la esencia de mi vida era el movimiento.
Fui una niña intranquila y de hecho, la única manera de lograr la calma era bailando. Por suerte, mi madre pronto identificó lo que acabamos llamando como el “trastorno del ritmo y baile” y en cuanto alcancé la edad adecuada me inscribió a una actividad extra-escolar llamada Rítmica Pre-ballet.
Cumplí los 4 años y cada vez que sonaba música en el ambiente mi corazón y cuerpo florecían al instante. Así mi vida empezó a trascurrir entre canción y canción, sobre todo de domingo a miércoles que eran los días en los que yo acudía a dichas clases.
Durante mi infancia, las primeras bailarinas, los solistas de las grandes óperas y los directores de orquesta fueron los grandes héroes y protagonistas de mi vida. Mi casa, a su vez, era el escenario.
Mi calendario anual marcaba, como cada año, el día del Festival de Fin de curso y yo de forma regresiva contaba los días que quedaban para el gran momento, aquel con el que tanto soñaba semana tras semana.
Y después de cada representación y espectáculo, a los que mi madre siempre me llevaba ya fueran de rock, ópera, musicales o teatro, me volvía a ver a mi misma sobre el escenario, ocupando allí ese lugar especial en mi corazón. Esos pensamientos y sueños, me llenaban de una energía desbordante, que difícil resulta explicar en palabras, pero que me duraba hasta bien entrada la noche copando la totalidad de mis sueños.
Siempre he creído que cada creador o artista es el producto de lo que uno mismo absorbe, ve y respira a lo largo de su camino. En ocasiones un simple banco de la calle, una canción de radio, el llanto de un bebé o incluso una obra de arte o experiencia te llevan a lugares que nunca hubieras sospechado.
Y un día, llegó aquello que sin quererlo, llevaba buscando durante tanto tiempo. El mundo era mío y solo mío y la música, el baile, los trajes y la actuación se fundieron para traer el Flamenco a mi ser. Desde el primer momento sentí que aquello era el instrumento y forma de vida perfecta para mi. Gracias al Flamenco pude descubrir que no había límites para la expresión. Todo era pura y verdadera libertad.
Este camino me llevó a crear mi primer espectáculo hace ya 20 años, seguido por la apertura de una academia de danza flamenca que lleva ya 12 representaciones escenicas a sus espaldas donde tanto coreografías como diseños de vestuario propios han ido saliendo a la luz, ésto último convirtiéndose en una línea de moda flamenca enmarcada bajo el nombre de PASIÓN.
PASIÓN – Moda Flamenca
Cuando lo que vistes es, mucho más de lo que sientes sobre el escenario.